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En el presente resumen, el término “campos de frecuencia extremadamente baja” (FEB) hace referencia a los campos electromagnéticos cuyas frecuencias son inferiores a 300 Hz, situándose por debajo de las intermedias. La principal fuente de FEB es la corriente alterna que utilizan las líneas aéreas de los ferrocarriles, las líneas e instalaciones eléctricas y los electrodomésticos. El campo magnético generado tiene la misma frecuencia que la corriente que lo produce, es decir 16 2/3, 50 o 60 Hz (esta última sobre todo en EE. UU.). Otras fuentes importantes de campos magnéticos de FEB son las centrales y subestaciones eléctricas, los equipos de soldadura, los calentadores de inducción y los sistemas de tranvía y metro.
Los campos de FEB pueden ser eléctricos o magnéticos:
La amplitud de los campos eléctricos y magnéticos disminuye considerablemente al aumentar la distancia a la fuente del campo.
Los campos eléctricos de FEB suelen presentar la mayor intensidad cerca de las líneas aéreas de alta tensión (hasta varios kV/m), mientras que los campos magnéticos de FEB son especialmente intensos cerca de cables con grandes cargas de corriente, como en los equipos de soldadura y los hornos de inducción (hasta varios mT).
Para determinar si se cumplen los límites de exposición debe establecerse el máximo nivel de exposición posible cerca de la fuente, generalmente mediante la comparación de los valores del campo medidos con un nivel de referencia determinado. El nivel máximo de los campos no uniformes cerca de la fuente puede ser varios órdenes de magnitud superior al nivel de referencia de los campos homogéneos equivalentes.
La población general puede verse expuesta a campos de frecuencia extremadamente baja (FEB) a partir de las distintas fuentes fijas presentes en el entorno, como las líneas eléctricas y las estaciones transformadoras, sobre todo las que se encuentran en el interior de las viviendas.
Justo debajo de una línea eléctrica de alta tensión, la exposición a los campos eléctricos puede ser de varios kV/m, y la exposición a los campos magnéticos, de varias decenas de μT. La amplitud de los campos eléctricos y magnéticos disminuye rápidamente al aumentar la distancia a la línea. En los hogares, la intensidad de los campos magnéticos es máxima en las inmediaciones de las cajas de distribución y los electrodomésticos, concretamente los que contienen motores, transformadores o consumen mucha energía, como los hornos eléctricos y los calentadores. Cuanto menor es la fuente más se reducen los niveles de campo al aumentar la distancia.
Los estudios sobre los CM de FEB se centran en los campos a la frecuencia de alimentación. En 2002, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) clasificó los campos magnéticos de FEB como “posiblemente carcinógenos para el ser humano” (grupo 2B). Esta decisión se basa en los estudios epidemiológicos que muestran que los niños son más propensos a desarrollar leucemia cuando su exposición media ponderada en el tiempo a campos magnéticos de FEB supera 0,3 - 0,4 μT, un nivel relativamente alto. Los estudios experimentales realizados con animales no corroboran estos hallazgos. Por otra parte, la IARC concluyó que no existen pruebas de una relación entre los campos magnéticos de FEB y cualquier otro tipo de cáncer.
Esta posible relación entre los campos de FEB y la leucemia infantil se ha examinado más a fondo en una serie de estudios epidemiológicos que confirman el aumento del riesgo de leucemia en niños que viven cerca de líneas eléctricas de alta tensión, cuyos niveles estimados de exposición media diaria (superior a 0,3 - 0,4 µT) están muy por encima de la exposición media a campos magnéticos en los hogares.
Sin embargo, sigue siendo difícil determinar si es más probable que esta asociación aparentemente clara sea causal o responda a deficiencias metodológicas de los estudios, como parcialidad de la información, sesgos de selección y factores de desviación.
De hecho, se ha avanzado poco a la hora de verificar la causalidad de esta presunta relación o encontrar un mecanismo plausible o una explicación alternativa que justifiquen las conclusiones. Además, un estudio extenso más reciente sobre la supervivencia a la leucemia infantil en relación con la exposición a campos magnéticos de FEB no ha encontrado un vínculo, lo cual no respalda la hipótesis de que los campos magnéticos de FEB pueden favorecer la producción de clones preleucémicos relacionados con el riesgo tanto de desarrollar leucemia como de que esta reaparezca tras haber sido tratada eficazmente.
Los estudios de otros tipos de cáncer en niños o adultos no muestran un vínculo sólido, y no se ha publicado ningún estudio importante en los últimos años sobre ningún otro tipo de cáncer.
Al igual que con los campos de radiofrecuencia, la “hipersensibilidad electromagnética” también se produce en el caso de la exposición a los campos de FEB. Los pacientes describen diversos síntomas, como enrojecimiento, hormigueo y escozor de la piel, cansancio, dolor de cabeza, problemas de concentración, náuseas y palpitaciones cardíacas. Se han añadido varios estudios al banco de investigaciones existentes. Globalmente, los estudios no aportan pruebas concluyentes de una relación causal entre la exposición a CM de FEB y los síntomas que describen los pacientes. Los estudios que examinan los posibles efectos de la exposición a CM de FEB sobre la actividad cerebral son demasiado heterogéneos como para extraer una conclusión sólida.
Los últimos estudios indican que la exposición a CM de FEB no afecta a la actividad ni a la locomoción, coincidiendo en general con los resultados anteriores. Algunos estudios con animales aportan indicios de que la exposición a campos magnéticos de FEB puedan afectar a la ejecución de tareas que requieren memoria espacial (se han observado tanto deficiencias como mejoras) y producir un leve aumento de la ansiedad conductual y el estrés. Otros estudios han analizado los posibles mecanismos moleculares y celulares pero, si bien varios de ellos han propuesto varios mecanismos posibles, especialmente para los efectos en las especies reactivas de oxígeno, no se ha identificado a ciencia cierta ninguno que actúe a los niveles exposición del entorno cotidiano.
Los estudios epidemiológicos no aportan pruebas concluyentes de una relación entre la exposición a CM a la frecuencia de alimentación y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como la demencia.
Los estudios epidemiológicos no aportan pruebas de efectos adversos sobre el embarazo ni sobre la salud de los niños. Algunos estudios han identificado efectos improbables que deben reproducirse de manera independiente antes de poder utilizarse en la evaluación de riesgos.
Los nuevos estudios epidemiológicos concuerdan con los hallazgos anteriores de un aumento del riesgo de leucemia en niños cuyos niveles estimados de exposición media diaria superan los 0,3 - 0,4 µT. Como señalan los dictámenes anteriores, no se han identificado los mecanismos ni corroborado los hallazgos a través de estudios experimentales, lo que, junto con las deficiencias de los estudios epidemiológicos, impide una interpretación causal.
Globalmente, los estudios actuales no aportan pruebas concluyentes de una relación causal entre la exposición a CM de FEB y los síntomas que describen los pacientes.
Los estudios sobre los posibles efectos de la exposición a FEB en el espectro de energía de los EEG de vigilia son demasiado heterogéneos en cuanto a los campos aplicados, la duración de la exposición, el número de variables examinadas y los métodos estadísticos como para extraer una conclusión sólida. Lo mismo ocurre en el caso de los resultados conductuales y la excitabilidad cortical.
Los estudios epidemiológicos no aportan pruebas concluyentes de una relación entre la exposición a CM de FEB y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como la demencia. Tampoco aportan pruebas de repercusiones negativas de los CM de FEB sobre el embarazo. Los estudios sobre los efectos para la salud infantil derivados de la exposición doméstica de la madre a CM de FEB durante el embarazo entrañan cuestiones metodológicas que deben abordarse. Se han identificado efectos improbables que deben reproducirse de manera independiente antes de poder utilizarse en la evaluación de riesgos.
Los resultados recientes no indican que los campos de FEB tengan ningún efecto sobre la función reproductora humana.
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